Algo que ha cambiado mi
vida es, sin lugar a dudas, comenzar a trabajar. Mi primer trabajo fue cuando
tenía 16 años, logré entrar a Best Buy de Ciudadela. Mi hermana laboraba en ese
mismo sitio por lo que me informó de la vacante.
Después de un largo
proceso de entrevistas y pasando un no muy sencillo examen, fui ubicada en el
área de reparación de computadoras portátiles y de escritorio.
Sin cuestionarlo un solo
momento, fue el primer y mejor trabajo que he tenido. Me pagaban por hacer algo
que siempre me ha gustado. Desde hacer “troubleshooting” en computadoras, hasta
desarmarlas y ver cuál es el problema.
Aprendí mucho sobre lo que
disfruto hacer y que me servirá en un futuro para mi carrera y/o experiencia
laboral. Hice también algunos amigos que hasta la fecha conservo, y fue también
ahí que conocí a mi primer novio… pero esa es otra historia.
Por motivos “familiares”
tuve que dejar el trabajo en Best Buy, así que dejé de laborar por el periodo
que correspondía al tercer año de mi preparatoria.
Cuando me gradué, decidí
entonces que tomaría un año de descanso, en el que trabajaría para comprarme un
carro.
Empecé en “Subway” pero no
me gustó el ambiente (además de que pagaban 16 la hora). De esta manera mi meta
de comprarme un carro se veía sumamente complicada con ese sueldo.
Después de un mes,
conseguí un trabajo de mesera en un restaurante japonés que estaba a dos
cuadras de mi casa. La paga no era suficiente aún, pero me daba tiempo de
conseguir otro trabajo en mis ratos libres.
Duré 5 meses en ese sushi,
disfrutaba comer sushi día a día y no sufría con los transportes. Un día me
contactó uno de mis amigos de la preparatoria, me comentó que estaba trabajando
en un call center y que la paga estaba muy bien. Entre los requisitos del
trabajo, pedían un inglés avanzado. Para ser sincera, no me sentía lista para
entrar a ese lugar. Nunca me ha gustado hablar en público y en inglés menos, en
pocas palabras me daba pavor.
Todo esto cambió cuando
mencionó que pagaban 40 la hora, más bonos y algunas otras prestaciones. Para
alguien que no tenía más estudios que la preparatoria en ese momento y con la
meta de comprar un carro parecía el trabajo perfecto.
Fue entonces cuando decidí
que iba a intentarlo, a fin de cuentas nada perdía. Mi amigo Israel me refirió
entonces y me dijo que me llamarían entre 3 y 5 días hábiles, así que me armé
de valor y me dispuse a esperar.
A los dos días recibí una
llamada, totalmente en español, así que supuse que era solo para corroborar que
si estaba interesada en el trabajo; me hicieron unas cuantas preguntas y me
dijeron que me volvían a llamar en una semana para hacer una entrevista
telefónica. Pasó la semana que me habían dicho y la llamada nunca llegó; dos
semanas y aún no sabía nada de aquel call center (Teleperformance). Hablé con
Israel y me dijo que no me desesperara, que sí me llamarían y que no me fuera a
poner nerviosa en la entrevista.
Justo después de que
colgué la llamada entré en pánico al ver que una llamada de un numero 01800
entraba a mi celular. Una chica de tono severo estaba al teléfono y, como era
de esperarse, entré en pánico. La chica comenzó de manera automática a
interrogarme, como era en mi lengua nativa tuve tiempo de respirar y calmarme
un poco. Después de unas cuantas preguntas pasó lo que más temía, pronunció las
palabras “So we are going to switch to english now ok?” y… a decir verdad no
recuerdo ni que me preguntó de tantos nervios que sentí. Lo único que supe es
que al final me pidió que asistiera a una entrevista en persona. Todo lo que
pasó después fue sin duda una buena experiencia.
El entrenamiento que
recibí, fue sin duda divertido. No por la campaña en la que me tocó, que para
ser sincera es horrible, sino por los amigos que pude hacer. El entrenador es
el “maestro” más divertido que he tenido y, muy importante, no todos los cholos
son malos. Aprendí muchos tecnicismos de negocios y facturación, de los cuales
estoy segura sacaré utilidad algún día;
y sobre todo perfeccionar mi inglés.
Después de estar en
algunos otros lados, mismos que omití para ahorrar tiempo al lector, conocí
entonces el valor de ganar las cosas sin necesidad de pedirles a mis padres. De
todas formas nunca fui la típica “hija pediche”; por lo general si pedía algo
era porque en serio lo necesitaba o había hecho algunos quehaceres domésticos a
cambio del dinero. Fue muy significativo para mí comenzar a comprarme libros,
ropa, financiar mis salidas a la plaza, etc. Pude sentirme algo “independiente”
y autosuficiente; pero lo más importante fue el saber que no le quitaba a mi
papá dinero que podía ser empleado para otras cosas, como medicina para mi
mamá, colegiaturas, pago de servicios, etc.
A manera de conclusión, he
adquirido al trabajar muchos conocimientos que no hubiera adquirido a temprana
edad sin laborar. Algunos conocimientos técnicos, como de sistemas, esquemas de
empresas… que trabajar para “Comcast Billing” no es nada divertido. Otros como
trabajar en equipo, relacionarme con las personas, escuchar y ser más empática.
Lo más satisfactorio es que ahora parte de mi sueldo está siendo destinado a pagar mi colegiatura
de la universidad, me siento útil y que apoyo a mi padre, quizás no estaría en
el ITESO sin el trabajo que tengo actualmente.
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