domingo, 3 de noviembre de 2013

Lo que nos hace diferentes...


Algo que ha cambiado mi vida es, sin lugar a dudas, comenzar a trabajar. Mi primer trabajo fue cuando tenía 16 años, logré entrar a Best Buy de Ciudadela. Mi hermana laboraba en ese mismo sitio por lo que me informó de la vacante.
Después de un largo proceso de entrevistas y pasando un no muy sencillo examen, fui ubicada en el área de reparación de computadoras portátiles y de escritorio.
Sin cuestionarlo un solo momento, fue el primer y mejor trabajo que he tenido. Me pagaban por hacer algo que siempre me ha gustado. Desde hacer “troubleshooting” en computadoras, hasta desarmarlas y ver cuál es el problema.
Aprendí mucho sobre lo que disfruto hacer y que me servirá en un futuro para mi carrera y/o experiencia laboral. Hice también algunos amigos que hasta la fecha conservo, y fue también ahí que conocí a mi primer novio… pero esa es otra historia.
Por motivos “familiares” tuve que dejar el trabajo en Best Buy, así que dejé de laborar por el periodo que correspondía al tercer año de mi preparatoria.
Cuando me gradué, decidí entonces que tomaría un año de descanso, en el que trabajaría para comprarme un carro.
Empecé en “Subway” pero no me gustó el ambiente (además de que pagaban 16 la hora). De esta manera mi meta de comprarme un carro se veía sumamente complicada con ese sueldo.
Después de un mes, conseguí un trabajo de mesera en un restaurante japonés que estaba a dos cuadras de mi casa. La paga no era suficiente aún, pero me daba tiempo de conseguir otro trabajo en mis ratos libres.
Duré 5 meses en ese sushi, disfrutaba comer sushi día a día y no sufría con los transportes. Un día me contactó uno de mis amigos de la preparatoria, me comentó que estaba trabajando en un call center y que la paga estaba muy bien. Entre los requisitos del trabajo, pedían un inglés avanzado. Para ser sincera, no me sentía lista para entrar a ese lugar. Nunca me ha gustado hablar en público y en inglés menos, en pocas palabras me daba pavor.
Todo esto cambió cuando mencionó que pagaban 40 la hora, más bonos y algunas otras prestaciones. Para alguien que no tenía más estudios que la preparatoria en ese momento y con la meta de comprar un carro parecía el trabajo perfecto.
Fue entonces cuando decidí que iba a intentarlo, a fin de cuentas nada perdía. Mi amigo Israel me refirió entonces y me dijo que me llamarían entre 3 y 5 días hábiles, así que me armé de valor y me dispuse a esperar.
A los dos días recibí una llamada, totalmente en español, así que supuse que era solo para corroborar que si estaba interesada en el trabajo; me hicieron unas cuantas preguntas y me dijeron que me volvían a llamar en una semana para hacer una entrevista telefónica. Pasó la semana que me habían dicho y la llamada nunca llegó; dos semanas y aún no sabía nada de aquel call center (Teleperformance). Hablé con Israel y me dijo que no me desesperara, que sí me llamarían y que no me fuera a poner nerviosa en la entrevista.
Justo después de que colgué la llamada entré en pánico al ver que una llamada de un numero 01800 entraba a mi celular. Una chica de tono severo estaba al teléfono y, como era de esperarse, entré en pánico. La chica comenzó de manera automática a interrogarme, como era en mi lengua nativa tuve tiempo de respirar y calmarme un poco. Después de unas cuantas preguntas pasó lo que más temía, pronunció las palabras “So we are going to switch to english now ok?” y… a decir verdad no recuerdo ni que me preguntó de tantos nervios que sentí. Lo único que supe es que al final me pidió que asistiera a una entrevista en persona. Todo lo que pasó después fue sin duda una buena experiencia.
El entrenamiento que recibí, fue sin duda divertido. No por la campaña en la que me tocó, que para ser sincera es horrible, sino por los amigos que pude hacer. El entrenador es el “maestro” más divertido que he tenido y, muy importante, no todos los cholos son malos. Aprendí muchos tecnicismos de negocios y facturación, de los cuales estoy segura  sacaré utilidad algún día; y sobre todo perfeccionar mi inglés.

Después de estar en algunos otros lados, mismos que omití para ahorrar tiempo al lector, conocí entonces el valor de ganar las cosas sin necesidad de pedirles a mis padres. De todas formas nunca fui la típica “hija pediche”; por lo general si pedía algo era porque en serio lo necesitaba o había hecho algunos quehaceres domésticos a cambio del dinero. Fue muy significativo para mí comenzar a comprarme libros, ropa, financiar mis salidas a la plaza, etc. Pude sentirme algo “independiente” y autosuficiente; pero lo más importante fue el saber que no le quitaba a mi papá dinero que podía ser empleado para otras cosas, como medicina para mi mamá, colegiaturas, pago de servicios, etc.
A manera de conclusión, he adquirido al trabajar muchos conocimientos que no hubiera adquirido a temprana edad sin laborar. Algunos conocimientos técnicos, como de sistemas, esquemas de empresas… que trabajar para “Comcast Billing” no es nada divertido. Otros como trabajar en equipo, relacionarme con las personas, escuchar y ser más empática. Lo más satisfactorio es que ahora parte de mi sueldo  está siendo destinado a pagar mi colegiatura de la universidad, me siento útil y que apoyo a mi padre, quizás no estaría en el ITESO sin el trabajo que tengo actualmente.





No hay comentarios:

Publicar un comentario